EL PERDIDO
Se
despertó y no sabia quien era. Normal, después de la sesión nocturna. Buscó el
interruptor, pero nada parecía estar en su sitio. Intento incorporarse mas el
cuerpo no le obedecía. Abrió los ojos e ansió atisbar un punto de referencia en
la oscuridad. Estaba negro. Entonces, pensó en sus manos, en las veces que el
tacto lo había orientado, quería notar sus dedos rozarse, las palmas girar
sobre si mismas. Decidió no temer nada, respirar profundamente y despertar.
Nada era posible, sólo su voz sin sonido. No sabia si pasaba el tiempo, ni
siquiera si algo parecido pudiera existir allí, ¿allí?. ¿Dónde?. Haría más
deporte y desfasaría menos. El silencio era absoluto, siempre había presumido
de tener oído de tísico. Nada, ni un rumor. Es un extraño sueño. Bien, a dormir
vamos.
Explotó
y una luz cegadora, lo arroyo cual tsunami. El fragor era ensordecedor, la
temperatura ascendía sin tregua. Lo sentía. No estaba muerto. Esa explicación
lo turbaba. Protegía la cara con las manos. Giraba y giraba en una ingravidez
turbulenta. Se ovillaba buscando la posición fetal para defenderse de lo que no
veía porque deslumbraba. ¿Qué era?, ¿dónde estaba?. Le gustaba dormir, pero
ahora quisiera despertar a una realidad cotidiana porque temía perder la razón.
Vomitaba por la boca y la nariz. La cosa no pintaba bien. Aunque al menos había
recuperado fragmentos de su cuerpo. Un fuerte calambre hizo de sus extremidades
troncos secos, mientras la sangre es ácido quemándole por dentro. Abrió los
ojos y lo que vio, sin distinguir formas ni contornos, lo aterrorizo. Cerró los
parpados y se ovilló con todas sus fuerzas. Tengo que respirar. El aire es una
bendición para el maltrecho cuerpo. Se estira, y vuelve a respirar
intensamente. Huele a putrefacción, fétido. Puede que me haya meado. No estoy
seguro. Porque ahora sólo siento humedad y hedor. Muy despacio entorno los
parpados y defendiéndome con las pestañas me asomo al exterior. Respiro. Trato
de incorporarme. Imposible. Debe haber luz, pues entreveo colorines en
movimiento. Ohhhhhhhhhhh. Es demasiado, el cielo se abre, me enseña sus
secretos, juega conmigo. Es fantástico. Soy viento, nube, reflejo, destello. Es
todo luz reflejándose sobre si misma infinitas veces. No hay una fuente
lumínica hay miles, millones. De repente todas parecen caer sobre mí. Una
lluvia celeste, amenaza con incinerar me. Cierro los ojos y respiro. Tengo nauseas, voy a vomitar otra vez. Soy
agua de desechos, mierda, mocos, sudor. Me anillo e inhalo con dificultad. El
interior ardiente, seco, ácido. El exterior húmedo y corrompido. La
descomposición es total. Estoy muriéndome… Siento que todo se aleja, la luz, el
sonido, el calor… Caigo en un duermevela de enfermo, es consolador… ¿Qué se ve
ahí?, ¿qué es eso?... ¡Soy yo!... Cada vez veo mejor. ¡Sí, es mi cama, mis
cosas, soy yo!.
Ostia qué bueno. Perdón por no haberla leído antes. Debes guardarla.
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