ALCMÁN de ESPARTA, s. VII a.C.
Yo sé las tonadas de todas las aves
Cuando en tiempo de primavera alborota la golondrina…
Entonces la ilustre, insomne alba despierta a los ruiseñores
SIMÓNIDES de CEOS, s. V a.C
Pero alcanza la muerte también al que huye del combate
Llegar a ser de verdad un hombre bueno,
equilibrado de manos, pies, y espíritu,
forjado sin tara, es arduo empeño.
Pues, sin placer, ¿qué vida humana
es deseable, o qué clase de poder?.
El parecer incluso a la verdad doblega.
FILEMÓN, s. IV a.C
De mí, en efecto, es dueño otro hombre,
pero de ésos, de ti, y de otros mil, la ley;
de otros, un tirano; de los tiranos, el miedo.
Unos son esclavos de los reyes; el rey, de los dioses;
el dios, del Destino. Todos en bloque, si lo adviertes,
son, por naturaleza, menos que éstos y más que aquéllos,
y así son por turnos siempre esclavos los unos de los otros.
ARQUÍLOCO de PAROS, s. VII a.C
Y ni, al vencer, demasiado te ufanes,
ni vencido, te desplomes…
JENÓFANES de COLOFÓN, s. VI a.C
Hay un único dios, el más grande entre dioses y humanos,
No semejante en su forma ni en su pensamiento a los hombres