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martes, 21 de octubre de 2014

EL AMOR

Todo parecía gris y plano antes de enamorarme. Hacia muchas cosas, conocía mucha gente, estaba al día de la creación en todos los órdenes. Vivía en la calle, todo era información, interacción, biofeedback. Como decía el poeta el brío de la vida bullía por mis venas. Pero no era feliz. Disfrutaba devorando  grandes obras literarias, descubriendo insignes cineastas, maravillosos músicos. Pero no era feliz. La naturaleza me transcendía más allá del clamor de la inmediatez, admiraba el suave batir de alas de vencejos y golondrinas, el ambarino sol que lo convierte todo en oro líquido, las montañas azules, el fragante olor a azahar. Todo era extraordinario. Pero yo no era feliz. La noche zalamera me cautivaba, el olor del jazmín, la madreselva, el galán; los cielos azulete llenos de luz y lunas. El hechizo de la vida me engullía en un mar de anhelos sin nombre llenos de misterio y aventura. Con el consumo artístico alimentaba la irracionalidad dionisíaca de la pasión, estaba convencido que el valor hace valer la existencia. El miedo paraliza, la burguesía estigmatizada por todo tipo de progresistas, representaba la antítesis de la Vida. Había que romper estereotipos, barreras, tradiciones… la metafísica del artista. ¿Quién antes de conocer el amor, no posee un arquetipo?. Nuestra mente fragua, proyecta  y consume la realidad que produce. Y lo hace a partir de la cultura donde nacemos, de la que nos alimentamos para crecer. Naturalmente esto son reflexiones a posteriori. Todos estrenamos la vida con la absoluta conciencia de que todo es nuevo, prístino. La bioquímica se confabula para mantenernos en esta extraordinaria danza. Nada somos ante el apremio de los genes, el ADN, el ARN… Virtualmente somos información que busca perpetuarse en el infinito universo. Nada más. Luego están los diversos desarrollos del cortejo y la copula. Y el arte y la belleza con la que se sazonan. <Una rosa, es una rosa. Pero ésta es única, maravillosa, perfecta. Rilke>. Como dioses sin instrucción nos vemos hacedores de existencia, de una existencia interdependiente de otros a los que desconocemos y nos desconocen. Le sobra razón a Ortega cuando asegura que la vida es muy cansada. Es simplista reducir la cuestión a ningún tipo de dualidad. No se encierra el tiempo en previsiones meteorológicas.  

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