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jueves, 30 de octubre de 2014

¡Una mierda!, ¡la madre que me parió!. Destruye el yo, no es nada, no lo escuches. Oye los pájaros, siente la luz cayendo sobre las flores y el rumor de agua. Cierra los ojos y sal fuera. Desengánchate. Busca otra cosa. Recuerda a Ortega, siempre estamos perdidos, tal vez por eso la vida es un esfuerzo constante. El alienado este mimetizado con la inmediatez social, esa es su caverna. La incertidumbre le molesta, la dulce ensoñación de “Normalidad” lo tranquiliza, está hechizado. Es un hombre inauténtico, porque la autentica humanidad está en reconocernos arrojados a una existencia que desconocemos, estamos perdidos y da vértigo.

Diccionario Filosófico de VOLTAIRE

El dogma de la inmortalidad del alma es la idea más consoladora y al mismo tiempo más reprimidora que el espíritu humano pudo concebir. Esta agradable filosofía fue tan antigua en Egipto como sus pirámides; y antes que los egipcios, la conocieron los persas. He referido ya en alguna parte la alegoría del primer Zoroastro, que cita el Sadder, en la que Dios enseña a Zoroastro el sitio destinado para recibir el castigo, sitio que se llamaba Dardarot en Egipto, Hades y Tártaro en Grecia, y nosotros hemos traducido imperfectamente en nuestras lenguas modernas por la palabra infierno. Dios enseña a Zoroastro en el sitio destinado a los castigos, a todos los malos reyes, a uno de los cuales le faltaba un pie, y Zoroastro preguntó por qué razón. Dios le contestó que ese rey sólo había hecho una buena acción en toda su vida, y esta acción consistía en haber acercado con el pie una gamella que no estaba bastante próxima a un pobre borrico que se moría de hambre. Dios llevó al cielo el pie del rey malvado, y dejó en el infierno el resto de su cuerpo.
Dicen que nos arrojan a la existencia sin manual de instrucciones. Buena metáfora porque el contenido de trascendente es inexpresable. Tengo que escribir una historia porque una vez hace mucho, mucho tiempo, casi en otra dimensión, quise ser escritora. Porque creí que la creación le da sentido al absurdo de la existencia. Durante años leía y escribía para sobrevivir, el desconcierto y la depresión rondaban una casa que debía haber sido hogar. La inexperiencia templaba mis deseos suicidas argumentando que no sabía nada, que no había comenzado a vivir. E imaginaba que la vida era una buena novela. Naturalmente, como todos, estaba segura de que el futuro sólo podía ser mejor, dadas las circunstancias. Estrene democracia, fin de carrera, amor, oposiciones… al unísono, mientras me zambullía en la movida. El mundo se reveló multisensorial, gustoso, generoso y rico como la naturaleza. La conciencia se hizo para-sí y el ego casi desapareció. El yo como todo, era un territorio donde crear jugando, la belleza y el gozo. Nos vestíamos, nos trasformábamos en el infinito universo de las posibilidades. Y, viajábamos mucho, conocer era nuestra religión. En el fogoneo de la juventud la vida se asegura que todo sea prístino aunque es siempre la eterna danza de Kali.

martes, 21 de octubre de 2014

EL AMOR

Todo parecía gris y plano antes de enamorarme. Hacia muchas cosas, conocía mucha gente, estaba al día de la creación en todos los órdenes. Vivía en la calle, todo era información, interacción, biofeedback. Como decía el poeta el brío de la vida bullía por mis venas. Pero no era feliz. Disfrutaba devorando  grandes obras literarias, descubriendo insignes cineastas, maravillosos músicos. Pero no era feliz. La naturaleza me transcendía más allá del clamor de la inmediatez, admiraba el suave batir de alas de vencejos y golondrinas, el ambarino sol que lo convierte todo en oro líquido, las montañas azules, el fragante olor a azahar. Todo era extraordinario. Pero yo no era feliz. La noche zalamera me cautivaba, el olor del jazmín, la madreselva, el galán; los cielos azulete llenos de luz y lunas. El hechizo de la vida me engullía en un mar de anhelos sin nombre llenos de misterio y aventura. Con el consumo artístico alimentaba la irracionalidad dionisíaca de la pasión, estaba convencido que el valor hace valer la existencia. El miedo paraliza, la burguesía estigmatizada por todo tipo de progresistas, representaba la antítesis de la Vida. Había que romper estereotipos, barreras, tradiciones… la metafísica del artista. ¿Quién antes de conocer el amor, no posee un arquetipo?. Nuestra mente fragua, proyecta  y consume la realidad que produce. Y lo hace a partir de la cultura donde nacemos, de la que nos alimentamos para crecer. Naturalmente esto son reflexiones a posteriori. Todos estrenamos la vida con la absoluta conciencia de que todo es nuevo, prístino. La bioquímica se confabula para mantenernos en esta extraordinaria danza. Nada somos ante el apremio de los genes, el ADN, el ARN… Virtualmente somos información que busca perpetuarse en el infinito universo. Nada más. Luego están los diversos desarrollos del cortejo y la copula. Y el arte y la belleza con la que se sazonan. <Una rosa, es una rosa. Pero ésta es única, maravillosa, perfecta. Rilke>. Como dioses sin instrucción nos vemos hacedores de existencia, de una existencia interdependiente de otros a los que desconocemos y nos desconocen. Le sobra razón a Ortega cuando asegura que la vida es muy cansada. Es simplista reducir la cuestión a ningún tipo de dualidad. No se encierra el tiempo en previsiones meteorológicas.  
EL PERDIDO
Se despertó y no sabia quien era. Normal, después de la sesión nocturna. Buscó el interruptor, pero nada parecía estar en su sitio. Intento incorporarse mas el cuerpo no le obedecía. Abrió los ojos e ansió atisbar un punto de referencia en la oscuridad. Estaba negro. Entonces, pensó en sus manos, en las veces que el tacto lo había orientado, quería notar sus dedos rozarse, las palmas girar sobre si mismas. Decidió no temer nada, respirar profundamente y despertar. Nada era posible, sólo su voz sin sonido. No sabia si pasaba el tiempo, ni siquiera si algo parecido pudiera existir allí, ¿allí?. ¿Dónde?. Haría más deporte y desfasaría menos. El silencio era absoluto, siempre había presumido de tener oído de tísico. Nada, ni un rumor. Es un extraño sueño. Bien, a dormir vamos.

Explotó y una luz cegadora, lo arroyo cual tsunami. El fragor era ensordecedor, la temperatura ascendía sin tregua. Lo sentía. No estaba muerto. Esa explicación lo turbaba. Protegía la cara con las manos. Giraba y giraba en una ingravidez turbulenta. Se ovillaba buscando la posición fetal para defenderse de lo que no veía porque deslumbraba. ¿Qué era?, ¿dónde estaba?. Le gustaba dormir, pero ahora quisiera despertar a una realidad cotidiana porque temía perder la razón. Vomitaba por la boca y la nariz. La cosa no pintaba bien. Aunque al menos había recuperado fragmentos de su cuerpo. Un fuerte calambre hizo de sus extremidades troncos secos, mientras la sangre es ácido quemándole por dentro. Abrió los ojos y lo que vio, sin distinguir formas ni contornos, lo aterrorizo. Cerró los parpados y se ovilló con todas sus fuerzas. Tengo que respirar. El aire es una bendición para el maltrecho cuerpo. Se estira, y vuelve a respirar intensamente. Huele a putrefacción, fétido. Puede que me haya meado. No estoy seguro. Porque ahora sólo siento humedad y hedor. Muy despacio entorno los parpados y defendiéndome con las pestañas me asomo al exterior. Respiro. Trato de incorporarme. Imposible. Debe haber luz, pues entreveo colorines en movimiento. Ohhhhhhhhhhh. Es demasiado, el cielo se abre, me enseña sus secretos, juega conmigo. Es fantástico. Soy viento, nube, reflejo, destello. Es todo luz reflejándose sobre si misma infinitas veces. No hay una fuente lumínica hay miles, millones. De repente todas parecen caer sobre mí. Una lluvia celeste, amenaza con incinerar me. Cierro los ojos y respiro. Tengo nauseas, voy a vomitar otra vez.  Soy agua de desechos, mierda, mocos, sudor. Me anillo e inhalo con dificultad. El interior ardiente, seco, ácido. El exterior húmedo y corrompido. La descomposición es total. Estoy muriéndome… Siento que todo se aleja, la luz, el sonido, el calor… Caigo en un duermevela de enfermo, es consolador… ¿Qué se ve ahí?, ¿qué es eso?... ¡Soy yo!... Cada vez veo mejor. ¡Sí, es mi cama, mis cosas, soy yo!. 
CIUDAD

Soy un efímero y no demasiado descontento ciudadano de una metrópoli creída moderna porque todo gusto conocido ha sido evitado en los mobiliarios y en el exterior de las casas así como en el trazado de la ciudad. Aquí no podríais distinguir las huellas de ningún monumento de superstición. La moral y la lengua están reducidas a su más simple expresión, ¡por fin! Estos millones de seres que no necesitan conocerse llevan tan pareja la educación, el oficio y la vejez que ese transcurso de sus vidas debe ser varias veces menor del que establece una loca estadística para los pueblos del continente. Hasta qué punto, desde mi ventana, veo nuevos espectros rodando a través de la espesa y eterna humareda de carbón, - ¡nuestra sombra de los bosques, nuestra noche de estío! - nuevas Erinias, ante mi casita de campo, que es mi patria y todo mi corazón, ya que todo aquí se parece a esto, - la Muerte sin lágrimas, nuestra activa hija y servidora, un Amor desesperado, y un bonito Crimen piando en el barro de la calle.
Rimbaud