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miércoles, 12 de noviembre de 2014

Flus

No se si hemos entendido la vida y por tanto la muerte. Nuestras tradiciones una vez más no me satisfacen. El duelo, la atmósfera siniestra… La muerte debe ser una experiencia íntima. Si nos aislamos para defecar cómo no lo vamos a hacer para expirar. Tal vez una mano que trasmita amor, una buena música y lo que sea necesario para que el camino no sea doloroso. El enemigo es el dolor no la muerte. La decadencia es lo peor, aunque tal vez, cuando llega el momento no lo sentimos así, la conciencia nos va abandonando para mitigar el trauma del transito. Hemos alargado la vida pero no podemos alargar su mágica energía. Entonces para qué?. La falsa juventud es una impostura, una esquizofrenia. Es un agujero negro donde se pierden muchos recursos. A los jóvenes cronológicos los abandonamos a los juegos con un paternalismo trasnochado que los encierra tras rejas, candados y prohibiciones. Los viejos monopolizan el poder y la acción con viagra. Siguen con sus guerras obsoletas, crueles e injustificables, lavándonos la cabeza con estúpidos deseos de consumo, destruyendo todo atisbo de lógica.