Se
desmorona la humanidad, Nietzsche tenía razón, somos el último hombre, hemos matado
a dios para llenar de ídolos de plástico chino el panteón. Adoramos los
músculos, los órganos sexuales desproporcionados, el cabello, la ropa, los
deportistas, las estrellas del cine y la música. Nos la refanfinfla: el
pensamiento y la bondad. ¿Acaso es la inteligencia o la constancia objeto de
deseo para alguien?. Muy pocos someten a atención y análisis el bombardeo
informativo en el que vivimos. El spa ha sustituido a la reflexión.
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